
Justapaz presente en el Encuentro Internacional sobre Paz Territorial en Nariño
Parecía que una vida fuera el reflejo de muchas otras. Al pensar en las mujeres de Colombia, vienen a mi mente sus colores, tejidos y carcajadas llenas de vida. Recuerdo con claridad la primera mañana en que se socializó el decálogo de incidencia mediante un role play: todas las mujeres se veían en un solo sentir conectando con el relato de un abuso. No entendía primeramente que ocurría, pero tomó forma cuando las lágrimas, las voces y las declaraciones de sororidad se entrelazaron en un círculo lleno de fuerza y empoderamiento. Un espacio donde las promesas resonaron con la esperanza de que esas historias, tan dolorosamente repetidas, no vuelvan a ocurrir nunca más.
El perdón y la reconciliación han sido el centro de la mesa que compartimos, y la sororidad, la base que nos sostiene: comprendiendo que somos una, que si tocan a una, nos tocan a todas. Juntas, desde la vida misma, nos enraizamos y somos semilla.
En los territorios, las mujeres han demostrado que la incidencia no es solo un ejercicio político, sino también un acto espiritual y comunitario: transformar el dolor en exigencia de justicia, en acciones concretas frente a las instituciones y en caminos de reconciliación con el territorio. En el Bajo Cauca, por ejemplo, las mujeres se llaman entre sí amoras, porque “somos amor y ternura que transforma”. Desde ese lugar simbólico, comprenden que su labor es doble: resistir y proponer, sanar y transformar.
Sin embargo, este proceso no ha sido fácil. La Comisión de la Verdad (2022) advierte que “la persistencia de la violencia en los territorios, pese al Acuerdo de Paz, muestra que no basta con silenciar los fusiles si las estructuras de poder local y la exclusión permanecen intactas”.
Esta reflexión evidencia que las barreras estructurales —como el control territorial, la desigualdad y la falta de presencia estatal— siguen siendo obstáculos para la paz. Muchas de las mujeres que construyen incidencia lo hacen desde contextos donde el miedo, la estigmatización y la ausencia del Estado son parte de la cotidianidad.
Desde otra mirada, Francia Márquez (2023) recordó que “no habrá paz total mientras haya racismo, mientras los territorios sigan siendo despojados y las comunidades vivan con miedo”.
Su afirmación da nombre a una de las más profundas heridas del país: las violencias estructurales basadas en el racismo, la pobreza y el patriarcado, que atraviesan la vida de miles de mujeres afrodescendientes, indígenas y campesinas. La paz, entonces, no se trata solo de cesar los conflictos armados, sino de reconstruir el tejido social roto por siglos de desigualdad y desconfianza.
Estas reflexiones coinciden con las voces de las mujeres que, día a día, sostienen los procesos de paz desde lo cotidiano.
Mientras un peluche con forma de guacamaya circulaba como objeto de la palabra, cada una compartía su sentir y su proceso personal de transformación. En cada relato se entrelazaban las experiencias de resistencia, el perdón como camino, y la certeza de que la incidencia no se construye desde el poder, sino desde la empatía, la espiritualidad y la colectividad.
Frente a todo ello, las mujeres siguen tejiendo redes de apoyo y esperanza. Escuchar todas las voces, incluso en un solo día, es el deseo y compromiso de muchas. Estar allí con intencionalidad, sostener a la otra cuando lo necesita (y cuando aún no sabe que lo necesita), es adelantarse a las necesidades colectivas.
Cada historia contada es un compromiso para vencer el silencio, gestionar el dolor y honrar la memoria.
Hasta el sol de hoy, las mujeres están transformando sus realidades hacia unas más justas, con garantías y libertad. Sus voces ya resuenan en cada rincón de Colombia, alcanzando comunidades, instituciones y gobiernos con un enfoque de género y una mirada sorora, equitativa y resistente.
Esa es la fuerza de la incidencia: que ninguna quede atrás, que cada historia se convierta en palabra colectiva capaz de transformar las políticas, la vida y el presente de todas las mujeres de un país.











