
Juventud que incomoda y transforma: memorias del Encuentro Nacional Conectando Voces y estrategias
En Montería, mujeres de distintos territorios se reunieron para reafirmar su papel como constructoras de paz y protagonistas de la reconciliación.
Desde los ríos del Bajo Cauca antioqueño, las ciénagas del Sur de Córdoba y las corrientes vivas de la Mojana sucreña, del 19 al 21 de octubre en Montería se encontraron mujeres que tejen esperanza, defienden la vida y transforman sus territorios. Fue el II Encuentro Regional de Mujeres por la Reconciliación, un espacio en el que el agua, símbolo de vida y movimiento, se convirtió en metáfora de la fuerza femenina que recorre y renueva los territorios.
Durante tres días se entrelazaron historias, luchas y sueños. Las participantes, provenientes de diversas regiones del Caribe y del noroccidente colombiano, compartieron reflexiones y propuestas en torno a la tierra, el cuerpo, la protección y la incidencia política. En medio de un ambiente de diálogo, las voces de las mujeres fluyeron con fuerza, trayendo consigo demandas claras sobre el acceso a la tierra, la economía propia y la defensa de la vida.
El encuentro permitió construir un espacio de confianza y reconocimiento donde las mujeres reafirmaron su papel como protagonistas en la construcción de paz y en los procesos de desarrollo con enfoque territorial. Las conversaciones con instituciones y actores locales fortalecieron la articulación entre los territorios y abrieron caminos para que las iniciativas surgidas desde las comunidades sean escuchadas y tomadas en cuenta.
En cada palabra, canto y reflexión se sintió la convicción de que la reconciliación solo es posible cuando se reconoce el papel transformador de las mujeres. Ellas, como el agua viva que corre, que sana y que abre caminos, mostraron que la esperanza también se construye desde la cotidianidad, desde la siembra, desde la defensa del territorio y desde la solidaridad entre quienes han sufrido los impactos del conflicto.
El II Encuentro Regional de Mujeres por la Reconciliación fue más que una reunión: fue una corriente de vida que reafirmó la fuerza colectiva de las mujeres que, unidas, son invencibles. Su presencia en Montería dejó un mensaje profundo: cuando las mujeres se encuentran y se reconocen, los territorios florecen y la reconciliación se hace posible.
Aquí, las mujeres somos agua viva.
Que corre. Que sana. Que abre caminos.





