
Ríos de Voces: un viaje sonoro por las memorias del agua y la resistencia de Colombia
Juventud en Acción “Raíces que lideran”
Con entusiasmo se llevó a cabo el primer encuentro del Laboratorio del Saber en Tuluá, una acción liderada por el Área de Objeción de Conciencia, prevención al reclutamiento de niñas, niños, adolescentes y participación juvenil vinculante de Justapaz.
Esta iniciativa se enmarca en el proyecto ‘Voces Jóvenes, Derechos Fuertes: Diálogos y Acción para Niños, Niñas, Adolescentes y Jóvenes en Colombia’, en convenio con Comundo y en alianza con ARPACO, organización juvenil de Tuluá, que realizó la gestión y retoma el camino recorrido en el Encuentro Nacional en Cali de ‘Jóvenes Conectando Voces y Estrategias’. Este espacio se propone fortalecer las capacidades narrativas y políticas de las juventudes del territorio para contar sus historias, participar activamente en sus comunidades y ejercer su derecho a la palabra desde la comunicación popular y el Sistema Nacional de Participación Juvenil.

El encuentro se desarrolló con una metodología vivencial, sensible y pedagógica, creada por ARPACO y Justapaz, combinando dinámicas corporales, ejercicios de confianza, herramientas de educación popular y momentos de profunda reflexión sobre el poder de la palabra. Desde el inicio, el ambiente fue preparado para propiciar un encuentro afectivo y de confianza. La jornada comenzó con la interpretación en vivo de la canción “Me gustan los estudiantes”, canto emblemático de Mercedes Sosa, en la voz de Santiago. Una canción que no solo dio la bienvenida, sino que también activó la memoria y el sentido colectivo.
Durante la presentación, Liseth invitó a cada participante a presentarse con su nombre y un objeto o palabra que simbolizara su relación con el territorio. Mientras las intervenciones avanzaban, se tejía con hilo simbólico, que representaba el compromiso colectivo. Entre los objetos y palabras que circularon estaban una cámara fotográfica, el café, una cartera, pañoletas de colectivos, libretas, manillas, un balón de fútbol, aguja e hilos, imágenes y trozos de panela, como elementos cotidianos cargados de historia, identidad y acción.
La jornada continuó con el bloque ‘Contar es Resistir’, donde se cuestionó el modelo tradicional de comunicación vertical, unidireccional y centralizado, y se propuso una narrativa situada, horizontal y transformadora. Una de las dinámicas más potentes fue “El Silenciado”, donde un participante permaneció en silencio, con la boca cubierta, mientras el grupo respondía a la pregunta: “¿Qué necesita Nicolás para vivir dignamente?”. Solo al final se le permitió hablar por sí mismo. El ejercicio funcionó como una metáfora del territorio, de la exclusión histórica de muchas voces, y abrió una reflexión profunda sobre quién tiene derecho a contar su historia, cómo opera la comunicación hegemónica y qué significa verdaderamente escuchar.
A partir de allí, Juan David abrió el diálogo sobre la comunicación popular como herramienta para la construcción de conocimiento colectivo y la defensa de derechos. Se compartieron principios clave: la comunicación debe ser horizontal, permitir el diálogo entre pares y tener como columna vertebral la escucha activa y el diálogo de saberes. Como se expresó en el espacio: “El diálogo común no se construye solo con quienes piensan igual”. Esta forma de comunicar permite provocar procesos sociales horizontales, construyendo narrativas propias desde el territorio, y está íntimamente ligada a los procesos de educación popular, una pedagogía transformadora en la que el aprendizaje se da en relación con el otro y con la comunidad, reconociendo el vínculo estrecho entre la educación popular y el empoderamiento de las juventudes.
En un segundo bloque, Raúl presentó el componente de Participación Juvenil y los Consejos Municipales de Juventud (CMJ) como espacios para ejercer el derecho a la palabra en lo público. Se socializó la normativa vigente — Ley 1622 de 2023 — y se explicaron las diferentes formas de postulación: mediante listas independientes (recolección de firmas), avales de partidos políticos y participación de organizaciones juveniles o jóvenes no organizados. En el caso de Tuluá, existen 16 curules disponibles, y se estima que un candidato necesita aproximadamente 360 votos para resultar electo. Sin embargo, se hizo un llamado crítico ante la baja participación y pérdida de apropiación por parte de las juventudes frente a estos espacios, que deben ser suyos. Se insistió en que votar, postularse y ejercer la participación son actos fundamentales para transformar las condiciones locales y defender los intereses de los jóvenes desde dentro de las instituciones.
Como cierre simbólico del encuentro, se realizó la entrega del hilo rojo a cada participante, como un amuleto del compromiso con el contar: una forma de honrar la palabra propia y la de otros, y de asumir la responsabilidad de seguir tejiendo historias colectivas con dignidad y acción.
El día concluyó con una conversación abierta sobre la Semana por la Paz, en la que se comenzó a construir un cronograma de acciones colectivas que será acompañado desde el LabDelSaber de Justapaz. Así, además de la reflexión y la palabra, el encuentro dejó como resultado una ruta clara y participativa para seguir caminando procesos de base, tejidos desde la raíz y con la fuerza de las juventudes del territorio.
Por: Katherine Pérez