Encuentro Nacional de Paz y Noviolencia 30 años de Justapaz
Derechos humanos y Objeción de Conciencia al Servicio Militar Obligatorio y Construcción de Paz
El sector religioso y sus aportes al legado de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad CEV
“Cuando el señor cambió la suerte de Sion, nos pareció que estábamos soñando. entonces nuestra boca y nuestros labios se llenaron de risas y gritos de alegría; entonces los paganos decían; “! ¡EL señor ha hecho grandes cosas por ellos!” ¡Si! El señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y estábamos alegres”. (Salmo 126.1-3) con esta frase bíblica, el reverendo Ángel Luis Rivera Agosto, director ejecutivo para América Latina y el Caribe de los Ministerios Globales, dio la bienvenida al tercer día del Encuentro Nacional por la Noviolencia y la Construcción de Paz en el marco de la celebración de los 30 años de Justapaz.
En esta tercera jornada, se trabajó alrededor de los aportes ecuménicos y espirituales a la construcción de la paz, la verdad, la reconciliación y la no repetición, con una discusión del Salmo 126 que sitúa en el contexto actual de Colombia como un terreno fértil para que los sueños de todos y todas por la vida, la paz y la justicia social se conviertan en realidad.
De acuerdo a lo anterior los expositores manifestaron los siguientes apartados:
El cambio que se vive hoy Colombia (2022), es algo instantáneo, inesperado y casi soñado, pero la sociedad colombiana, tiene como necesidad emprender transformaciones para superar los factores que han permitido que la violencia persista y se reproduzca en nuevos actores armados fortalecidos. Es por esta razón que existen aspectos sociales de carácter estructural que deben ser cambiados para poder enfrentar las consecuencias que ha dejado el conflicto y lograr un país soñado, un país incluyente.
Como expresó el dramaturgo español Calderón de la Barca en su obra “La vida es sueño”: “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; Y el mayor bien es pequeño, Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”. Es por el sueño de ver a Colombia en paz, que Justapaz, a través del diálogo y la participación como herramienta central para resolver conflictos y garantizar los derechos fundamentales, ha trabajado incansablemente de la mano de líderes, lideresas e iglesias, reconociendo en sus espiritualidades grandes posibilidades hacia transformaciones culturales que nos permitan vivir armónicamente y en comunidad a la imagen de Jesús.
Así las cosas, es importante resaltar que para fortalecer estas transformaciones sociales y de construcción de paz, se creó la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad -CEV- como un mecanismo extrajudicial de justicia transicional, instituido a través del Decreto 588 de 2017 y parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de No Repetición en el marco del Acuerdo de Paz firmado entre las FARC-EP y el Gobierno colombiano. El objetivo de la CEV es contribuir al esclarecimiento de los hechos y las causas que han perpetuado el conflicto armado colombiano y generar recomendaciones que aporten a los cambios que Colombia necesita para poner fin a las confrontaciones armadas que persisten. De este modo, los volúmenes del Informe Final de la CEV pretenden contribuir a la reconstrucción de la confianza entre la sociedad y las instituciones para avanzar hacia la reconciliación y garantizar la no repetición del conflicto armado.
Las ocho grandes recomendaciones presentadas por la Comisión de la Verdad, fueron propuestas de manera participativa por víctimas, organizaciones de base, mujeres, jóvenes, excombatientes y comunidades de fe. Estas últimas, tienen un papel importante en la difusión de dichas recomendaciones a nivel territorial, ya que son ellas quienes históricamente han hecho presencia en todo el país, incluso en lugares muy afectados por el conflicto armado donde la presencia institucional era y es aún muy débil, generando, en la ciudadanía, desconfianza hacia el Estado. De esta manera, las iglesias permanecieron en los territorios aun cuando el conflicto arreciaba con mucha fuerza sobre las comunidades. Por esto, las iglesias como comunidades de fe han sido un recurso valioso y un refugio tanto físico como espiritual para muchas víctimas del conflicto armado.
Ejemplo de esto, es la Iglesia Menonita de Colombia, quienes han sido precursores en la sistematización de experiencias de resistencia a la violencia y aportes a la construcción de paz. Justapaz, como organización civil de la Iglesia Menonita de Colombia, le presentó a la Comisión de la Verdad el informe Un llamado Profético- Las iglesias cristianas en el conflicto armado colombiano (periodo 2002-2001), donde no sólo se documentan las violencias sufridas por líderes y lideresas de comunidades de fe, sino que también se destacan sus roles de liderazgo comunitario desde el evangelio para reconciliar, sanar y sembrar semillas de esperanza en los más afectados por la guerra, además de presentar un informe a la JEP titulado las violaciones de derechos humanos a las iglesias cristianas evangélicas que luchan por la construcción de paz en medio del conflicto armado colombiano: “porque somos santuarios de paz en la búsqueda del shalom de dios”.
En tal virtud, Justapaz exhorta a los diferentes actores sociales, iglesias y comunidades de fe, a atender el llamado ecuménico de difundir las recomendaciones de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad-CEV- a través de la revisión rigurosa y reflexiva de las mismas; ya que estas no pueden convertirse únicamente en un referente de investigación académica, sino en una herramienta de transformación territorial y dignificación de la sociedad, en especial, de las víctimas del conflicto armado. En ese sentido, las recomendaciones destacadas por el informe de la CEV deben ser usadas como instrumento de memoria y verdad para reconocer el dolor, resarcir los daños, reconstruir la sociedad y así avanzar en caminos de reconciliación que se materialicen en la no repetición de los hechos y en garantía de derechos fundamentales.
De tal manera, estas recomendaciones son la apuesta para un reconocimiento material de los derechos consagrados en la constitución, y para la afirmación de nuestra diversidad en la que el diálogo sea la herramienta principal para la reconciliación. A partir de esta apuesta de diálogos que reconocieron las diferencias territoriales, la Comisión presenta 101 recomendaciones puntuales que se desarrollan de manera general en 8 grandes bloques, a saber:
Si bien, las recomendaciones de la Comisión de la Verdad apuntan a muchos temas estructurales, no sólo en materia de implementación del Acuerdo de Paz, sino también de puntos que no quedaron incluidos en dicho acuerdo, es importante resaltar los aportes que nos deja la Comisión en materia de reconciliación para los territorios:
Conocer nuestro pasado para construir un futuro en paz. Avanzar hacia una política de la memoria y la verdad es fundamental para la no repetición y la construcción de paz. En ese sentido, el Estado debe promover, reconocer y apoyar iniciativas de memoria de la sociedad civil y de organizaciones de base de jóvenes, mujeres y comunidades de fe, para garantizar la construcción de una memoria plural y democrática como elemento clave para la reconciliación
Reconocer a los millones de víctimas del conflicto armado en su dolor, dignidad, resistencias y diversidad a través de la garantía de sus derechos a la verdad, la reparación, la justicia y la no repetición, es un paso más hacia la reconciliación. No es posible construir paz si no reconocemos como ciudadanos a las víctimas quienes representan el punto central de la implementación del acuerdo de paz.
Cambiar la manera como el Estado e incluso las organizaciones de la sociedad civil entienden, se relacionan y hacen presencia en los territorios a partir de una reconstrucción de la confianza sobre la base de diálogos vinculantes entre los ciudadanos y las instituciones es fundamental para la reconciliación y la construcción de una paz total-territorial.
NOTAS FINALES
En síntesis, el sector ecuménico, las comunidades de fe de distintas espiritualidades y tradiciones, están llamados a tomar el legado de la Comisión de la Verdad y “acogerlo con las dos manos”, valorándolo debidamente como una práctica histórica “de madurez”, ya que, “la verdad es un ejercicio de responsabilidad ética”, recomienda el Padre Rafael Castillo, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social en Colombia (SNPS). Esta es la tarea permanente de los creyentes coherentes que buscan desde la fe humanizar la vida y sus relaciones. Es con un mayor acercamiento a nuestra humanidad con la que nos aproximamos a lo divino, y este informe testifica de nuestra humanidad, a la vez fatídica y esperanzadora. De esta forma, la verdad que nos otorga la CEV sobre el conflicto es una verdad que nos acerca al Jesús sufriente y redentor; el Jesús de Mateo 25:35-40; el Jesús de las víctimas quien también es “camino, verdad y vida” (Juan 14.6). Solo así, desde su testimonio, “quien está en la verdad es capaz de escuchar a Jesús”.
Las recomendaciones de la CEV, invitan al Estado, sus instituciones y a la sociedad colombiana en general a comprometerse con cambios que promuevan políticas públicas y reformas profundas que el país requiere para superar años de conflicto armado, construir paz territorial y garantizar los derechos de las víctimas para que la reconciliación entre todos y todas sea posible.
El legado de la Comisión de la Verdad permanecerá accesible en el Informe de la Comisión, en su archivo, en su transmedia y en la exposición permanente en el Museo de Memoria de Colombia, pero su vigencia dependerá de que los diferentes estamentos de la sociedad y las instituciones, las víctimas y movimientos sociales se apropien de él, para convertirlo en una energía de transformación colectiva. Solo esta energía colectiva, este “espíritu de verdad” (Jn 16.13-15), será el que, en cumplimiento de sus deberes, objetivos y misiones, implemente las recomendaciones que se les ha hecho en el presente informe.