Comunicado sobre la militarización de mujeres
Respeto a NNAJ en espacios educativos
Caminos, mesas y memorias de construcción de paz y noviolencia: hacia una espiritualidad de la memoria
“…haced esto en memoria de mí.”
1 Corintios 11.25b
Los vínculos entre Dios y el ser humano descansan sobre el recuerdo, sobre la memoria de las acciones de Dios en la historia y sus afectos para con la vida. De esta manera, el ejercicio de la memoria forja una espiritualidad que evoca y mantiene el encuentro con Dios, con la vida y sus compromisos o alianzas. En este sentido, la memoria es determinante para comprender, restaurar y ubicar las esperanzas y posibilidades de la vida.
Durante el pasado año, desde Justapaz y el área de Memoria Histórica Derechos Humanos e Incidencia Política, ejercimos una tarea de pasar revista sobre los acumulados de 30 años de presencia, acompañamiento y participación ciudadana sobre los territorios del país. Una tarea sobre 31 entrevistas a directores organizacionales, equipos administrativos y programáticos, coordinadores de programas, profesionales de equipos, cooperantes y miembros de organizaciones sociales, redes y plataformas, pastores y pastoras de las iglesias cristianas evangélicas de los territorios. Gente muy querida, menciona Jhon Giraldo en las páginas iniciales del libro, “quienes compartieron sus experiencias de trabajo durante el tiempo que se encontraban vinculados a Justapaz”. Fue un tejido de reflexiones en torno a las vivencias y aportes a la objeción de conciencia, a la transformación de conflictos, la construcción de paz y los derechos humanos (Giraldo, 19). Para esto fueron revisados un sinnúmero de documentos físicos y digitales, fotografías, metodologías, libros, listas de asistencia, artículos para distintos medios, cartas e informes, todo un ejercicio por una memoria que se extiende sobre nosotros.
El resultado de ello fue la producción y publicación del libro Memorias y caminos de construcción de paz y noviolencia: Justapaz 30 años. Treinta años de trabajos y vivencias sistematizados en poco más de cuatrocientas páginas. La vida en un soplo; los días “como la sombra que pasa”, dice el salmista.
Y es que, para los cristianos y las cristianas, para los hermanos y hermanas de la comunidad universal de la fe, ejercicios de memoria colectiva como el que lleva a cabo este libro es un “elemento clave para comprender su fe y quehacer en el contexto social donde hacen presencia como portadores de esperanza.” (Justapaz, 2013, p.19). Es el trabajo de la memoria la condición de posibilidad para la comprensión de la fe, su accionar y la presencia activa de sus sujetos. Porque la fe no tiene lugar en un vacío. Creemos porque algo ha sucedido, porque algo ha pasado por nosotros, porque alguien ha pasado por nosotros.
El quehacer por la memoria colectiva, como el llevado a cabo en la sistematización para este libro, es el reconocimiento de que somos seres de la memoria, que nuestras historias formulan lo que somos, esculpen nuestra identidad. Es más, la presencia y la construcción de la memoria fundan la identidad tanto de las personas como de las comunidades en que ellas habitan. Pero para nosotros y nosotras, miembros de la comunión y comunidad cristiana, esa identidad es resultado de la memoria que también hacemos sobre la pasión y resurrección de Jesús (Lc.22.7-20, 1 Cor.11.24-25). Es decir, que como creyentes, al llevar procesos de memoria colectiva participamos de una forma de la eucaristía. A esto, el teólogo colombiano, Santiago Espitia profundiza que, por consiguiente, la memoria de la comunidad cristiana es una memoria pascual, afianzada a la disposición de Jesús: “…haced esto en memoria de mí”.
No obstante, para Espitia, la memoria pascual, más que litúrgica, comprende el testimonio y el compromiso histórico por parte de la comunidad que hace memoria de Jesús. Por tanto, cuando decimos que hacemos memoria desde la fe o hablamos de una espiritualidad de la memoria, hacemos valer la promesa misional de Dios de estar con nosotros hasta el fin. En ese ejercicio intercesor, misional y de incidencia radica una “ética solidaria” cuyo anclaje es la memoria, ya que es a partir de su ejercicio que hacemos “una llamada a que Dios actúe” (Espitia y Caicedo, 2014). Recordar las palabras de Jesús por el ejercicio de la memoria, “Hagan esto en memoria de mí”, es, por tanto, participar de la eucaristía en testimonio de… , para ser testigos de Jesús en el presente inmediato, en la historia. Ser testigos de Jesús es por tanto serlo de nuestras comunidades, visibilizando sus padecimientos y sus logros, trascendiéndolos en la oración (Efesios 6:18) y en el espíritu que aguarda la esperanza y la resurrección.
El ejercicio que llevamos desde el libro que celebra los pasos de Justapaz por la construcción de paz en Colombia es así una memoria pascual, una mesa a la que todos y todas estamos invitados y de la que hemos participado; una mesa que no se reduce a nuestro recuerdo privado, individual o al ejercicio de memoria que hacemos quienes nos concebimos como discípulos de Jesús, sino que indica la tarea intercesora, mediadora, ética y política de discípulos cuyos “sufrimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria que se ha de revelar…”
Por: Álex Maldonado Lizardi
Área de Memoria Histórica, Derechos Humanos e Incidencia Política.