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Lideresas por la reconciliación: Propuestas de las mujeres del Bajo Cauca Antioqueño, Sur de Córdoba, la Mojana Sucreña y Montes de María
Durante el mes de septiembre del 2024 se realizó un encuentro de líderesas por la reconciliación, allí participaron mujeres del Bajo Cauca Antioqueño, Sur de Córdoba, la Mojana Sucreña y Montes de María, quienes dialogaron sobre sus propuestas para el fortalecimiento del proyecto de paz y reconciliación en sus territorios.
Uno de los ejes más importantes para construir proyectos sólidos de paz en los territorios es la participación de las mujeres que habitan estas zonas, quienes reconocen las dinámicas que allí se viven y las necesidades que se tienen. Por eso, durante el mes de septiembre se realizó un encuentro de lideresas por la reconciliación, a través de la mediación de Justapaz y la Redprodepaz, en el que mujeres de diversas de organizaciones sociales y plataformas del Bajo Cauca Antioqueño, el Sur de Córdoba, la Mojana Sucreña y Montes de María se dieron cita para dialogar sobre las rutas que ellas proponen para la reconciliación social, esto con el acompañamiento de delegadas de la mesa de paz del Gobierno.
Allí también se dio lugar a la interlocución entre las lideresas y la delegación de la mesa exploratoria y jurídica de los diálogos entre el Gobierno y el Clan del Golfo, en ese diálogo también se hicieron presentes la subdirectora de Derechos Humanos y Paz del Departamento Nacional de Planeación, María Adelaida Vélez, y un delegado del Ministerio del Interior del área de Derechos Humanos.
Este espacio estuvo guiado bajo el reconocimiento de los distintos tipos de violencia las han afectado a ellas y a sus territorios, el acceso a la justicia, a la reparación integral, a la restauración y a la garantía de no repetición. Adicionalmente, en el marco de este encuentro se hizo seguimiento a la implementación de los PDET, en especial a lo que corresponde al enfoque de género.
¿Qué plantean las mujeres para sus territorios?
En medio de estos espacios de diálogo se reconocieron inicialmente las capacidades y fortalezas desde donde debe partir cualquier acción. Algunas de estas son: los saberes y tradiciones espirituales que han permitido rituales que han sido un factor clave para el autocuidado, para sanar las heridas de la guerra y ser constructoras de paz. Asimismo, se resaltó el liderazgo de estas mujeres, el cual ha sido el punto de partida de experiencias agrícolas, emprendimientos y otros proyectos desde las economías campesinas, populares, agroindustriales y agroecológicas. Adicionalmente agregaron: “somos una voz autorizada que debería ser priorizada por las entidades del estado vinculadas a los temas de diálogos de paz o acogimiento a la justicia”.
Vale la pena señalar que estos encuentros también posibilitan que estas redes de mujeres y sus organizaciones puedan ser la base para un diálogo por la implementación de mínimos humanitarios en las subregiones. Además, es de resaltar que las mujeres partícipes representan la diversidad de los territorios; allí hay mujeres de tradición evangélica comprometidas con la paz y que lideran organizaciones, mujeres firmantes del Acuerdo de Paz, mujeres católicas comprometidas con la pastoral social y también mujeres de espiritualidad o de prácticas diversas, como mujeres indígenas. Esto es muestra de la capacidad de diálogo y de la disposición de trabajar en red.
Así las cosas, en el encuentro se plantearon cinco posibles rutas para la reconciliación social en las subregiones en las que habitan estas lideresas:
- Ruta ética y liderazgos: Avanzar en una ruta para la reconciliación desde las mujeres, supone volver sobre un marco ético que es la confianza, acentuando las características y valores de los liderazgos femeninos, sus buenas prácticas para movilizar esfuerzos en función del bien común, respetando las cosmovisiones y las prácticas espirituales.
- Ruta socio jurídica: cada acción debe hacerse teniendo en cuenta las reivindicaciones históricas del movimiento de mujeres por la paz. Asimismo, se insta a seguir los ejes de justicia expresados en los componentes de género del Acuerdo de Paz. Adicionalmente, se resalta la importancia de que las lideresas con su experiencia puedan ser mediadoras en los conflictos sociales y participar activamente en las mesas de paz o de acogimiento a la justicia de los grupos armados.
- Ruta humanitaria: Es necesario dar a conocer, impulsar y hacer pedagogía social sobre los mínimos humanitarios, que se vienen trabajando desde las mesas humanitarias de Córdoba, Antioquia y Sucre; esto es crucial para mitigar las acciones de los grupos armados en contra de las comunidades, culturas y territorios. A esto se suma la urgencia de concertar y fortalecer las mesas humanitarias, asegurando que estas cuenten con garantías para la participación activa de las lideresas.
- Ruta pedagógica social: Reconocer los saberes de las organizaciones de mujeres, para que sus metodologías y aprendizajes sirvan como una nueva manera de abordar diálogos asertivos, seguros y senti-pensantes. “La pedagogía de paz se construye cuando aprendemos a reconocer el valor y la sabiduría del otro, sin importar si nuestros pensamientos son iguales. Solo a través de una educación inclusiva y respetuosa podremos superar las divisiones y fomentar un entorno donde la paz y la justicia sean una realidad tangible para todos”, resaltan.
- Ruta para una cultura de paz: Reconocer que buena parte de los y las lideresas tiene una experiencia de fe y vida espiritual que les inspira a mantener la esperanza en función del bien común y valores como el perdón, la justicia restaurativa, la solidaridad y el amor. En relación con esto es importante valorar los lugares de culto como “santuarios de paz” y que estos sean espacios seguros para el diálogo multiactor y la reconciliación.
Paralelo a estas rutas, las lideresas resaltan que hay que avanzar de manera urgente en temas que brinden a las comunidades bienestar y cumplimiento de sus derechos. Para esto hay que seguir insistiendo en temas como la seguridad alimentaria en las subregiones; el reconocimiento de los daños causados por el desplazamiento forzado; garantizar el acceso a tierras y proyectos productivos; promover la reparación colectiva del territorio; instaurar políticas públicas efectivas para la prevención reclutamiento forzado de menores; impulsar propuestas alternativas a los modelos económicos extractivistas; fortalecer la capacidad local de las organizaciones de mujeres de manera interdisciplinaria y, por supuesto, priorizar la seguridad de las lideresas de las subregiones.
Asimismo, se hace especial énfasis en la necesidad de protección colectiva hacia las niñas y jóvenes que se encuentran expuestas a diferentes situaciones de riesgo de violencias basada en género. Siguiendo lo anterior una de las exigencias que se plantearon en el encuentro fue implementar una mesa de género en los territorios, que esté apoyada por las secretarías de la mujer, por Ministerio del interior y por Ministerio de la Igualdad.
La paz bajo una mirada femenina nos recuerda que siempre hay que partir de los lazos solidarios que se tienen, que la colectividad es un camino para el cuidado y el autocuidado, y que de la ternura y el afecto hacia los demás nos permite construir caminos para trabajar por lo que tanto se anhela para los territorios: la paz y la reconciliación.